lunes, 7 de enero de 2008

Sobre los devenires caóticos en la guerra de los divertes.

Por Javier Romañach *


Fueron los divertes un pueblo atípico: guerreros por obligación a pesar de amar el mundo en paz y divertad, y diversócratas por devoción a pesar de que nunca ninguno de ellos supo muy bien qué era la Diversocracia.

Aunque se debate sobre si eran divertos o divertas, su realidad de diversidad funcional y de género y de orientación sexual y de raza y de religión y de colores políticos y de gustos y de otras diversidades que se descubrieron luego, hizo aconsejable que se mantuviera el “los”, característico de los pueblos de la historia, y que la “a” versus “o” se convirtiera en la media “e”, dando lugar a su peculiar denominación: “los divertes”

Sus batallas fueron siempre distintas, ya que aún juntos en el caos y sin jerarquías en el campo de lucha, algunos de ellos pensaron siempre ser los únicos que sabían cómo había que usar las armas. Esos pocos no entendían que cada cual usara su arma, a su ritmo diverso, sin órdenes de nadie sino con la fuerza que manaba de elegir el arma, el ritmo e incluso la presencia o ausencia en cada batalla.

De esos pocos, unos aprendieron a luchar con la peculiaridad de sumar en caótica adición todas las armas de los demás. Otros prefirieron seguir solos en una lucha paralela de un solo arma o sin lucha y sin armas o con el eneamigo y con otras armas o...

La peculiar idiosincrasia de los divertes hacía que el enemigo no supiera jamás si se enfrentaría a tres, trescientos, mil, cien mil o ninguno de los guerreros y guerreras que batallaban o no, según su propia elección, enarbolando a veces armas tan extrañas como conciertos de rock, cuentos de sirenas y cruces callejeras, cuadernos de ideas o esencia de supervivencia.

Fueron sólo la constancia y el respeto y el menos común de los sentidos y el aprecio por las armas del otro y la tenacidad diverta, las que consiguieron una fuerza antes no conocida en el planeta: la fuerza de la unión en lo común y la devoción por la individual diversidad de divertos y ajenos, con armas o sin ellas.

Y aún hoy nadie sabe si ganaron o perdieron, sólo fue documentado que lucharon por la divertad y por que no fueran recordados por ello. Su lucha siempre fue por que la divertad se extendiera hasta que nadie se diera cuenta de que inundaba el planeta y era, como el agua, imprescindible.



* Javier Romañach, es miembro del Foro de Vida Independiente